Ella vino corriendo, y me abrazó con aire y suspiro, sentí sus uñas clavadas en mi espalda y un apretón realmente muy fuerte, era como si nos hubiéramos dejado de ver hace varios años – ¿Y eso?- le pregunto- -Te extrañé – pero si nos hemos visto ayer… – Cuando llegué a casa sentí esa necesidad de extrañarte, ese afán de poder abrazarte con todas mis fuerza, supuse que tenía mucha suerte en conocerte y de admirar por lo que haces. Ella se había convertido en mi energía, esa materia infinita que daba fuerza a mi vida, nos conocimos sin conocernos, en una clase de francés, en los primeros meses que aprendía el idioma, habíamos…