Mientras doy pequeños pasos sosteniéndola entre mis brazos, veo en sus ojos tu reflejo innato, esos bellos, grandes y soñolientos ojos que me enamoraron hasta llegar al altar. Su suave piel y esa sonrisa de dormida son la viva imagen de tu recuerdo que me dejó al partir. La noche se hace sombría, y la melodía me acompaña mientras la mimo hasta que se duerma entrelazada por el calor de cuerpo, tan tranquila con su conjunto rosa. Recordé lo que un día fue, lo que un día vivimos, y el hermoso regalo que me dejaste antes de partir. Sé que te extrañamos esta noche, aunque ella es aún una bebé,…