Escritos

No me digas Ternurita

Hace tiempo te dejé ir , probablemente porque te veía como algo imposible, y porque nuestras edades diferían en un grado que quizás la madurez y experiencia hacían que nuestras opiniones sean casi siempre contrarias.

Te conocí y me encantaste, pero sabía que no podía encajar en tu vida, tu locura de adolescente, tus vivencias incomprendidas, tu carácter extrovertido, tú; Tú eras mi yo al revés, la niña loca que confiaba en mí sin que yo se lo pida, que me leía y me acompañaba en mis lecturas, la niña amable y de corazón noble que se negaba a aceptar el amor. Tú niña de piel canela eras parte de esta ilusión.

Quizás por tonto te dejé ir, o porque me intimidaba, o quizás por vergüenza de no vivir la vida tan loca como tu la vivías,  o quizás por que ambos chocábamos, si, quizás por incomprendidos e inmaduros, no lo sé.

Hace poco pasé por tu perfil, y recordé como si hubiera sido ayer, recuerdo tus ojos detrás de esas gafas, tan hermosos, esa sonrisa elocuente, tus amplios argumentos de que el amor no existía, recuerdo mucho eso, y también recuerdo que un día en casa, cuando viniste olvidaste algo, algo que desde entonces conservo con mucho cariño, un recuerdo vano quizás para muchos, pero que marcó una bonita etapa donde te conocí.

Ahora te veo en Instagram y espero estés muy bien, veo en tus ojos que has madurado, veo en ti una sonrisa de ilusión, me alegro mucho, quizás un día si nos cruzamos no me niegues una invitación de un café ¿qué te parece? Uno que me haga recordar a la niña que me robó la ilusión en aquel verano y que me intimidaba, pero confiaba en mí. Quisiera escuchar tus nuevas historias y me robes sonrisas con tus locuras ternurita, perdón jamás te gustó que te diga así, solo es la costumbre.

Un abrazo a la distancia, espero que en algún momento pases por aquí.

3 Comments

Deja una respuesta