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Pequeña luna | parte 9

Los días se hacen tan difíciles, siento que es una perdida muy grande que ya no estés aquí, he observado detenidamente a las parejas en la calle y solo te imagino a ti, riendo conmigo, fastidiándome, peleando, engriéndote. El otro día me senté en una de las bancas del parque olivar y comencé a mirar hacia la laguna, solo recordaba la vez que nos abrazamos y te dije con miedo y tembloroso que me gustabas.

Me es difícil aceptar tu partida, tu gran abandono imprevisto sin siquiera darme la oportunidad de verte por ultima vez, no se si vuelvas, pero ¡Maldita vida injusta!.

He llorado noches enteras, pensando en ti, en aquella vez que pensé que me entendiste, aquella tarde que lloré sobre tu hombro y me comprendiste. Es triste saber que aquellas lágrimas , aquella sinceridad frente a tus ojos no sirvió de nada y tomaras como excusa para irte y dejarlo todo. Sé que no merezco tu reproche, siento que me equivoqué en aquella decisión, pero no debe ser una tortura para que me persiga toda la vida, lo único que quería es ser feliz, creo en ti, y solo en ti, pero no bastó mi sinceridad para conservar tu amor.

A pesar que me recuperé para empezar algo contigo, sé que no sirvió, y terminaste jugando conmigo sin decírmelo. Lo peor de todo es que a pesar de eso mi corazón te quiere aunque ya no estés aquí .

Un mes después había encontrado esta carta que escribí cuando Luna se fue. Mi vida comenzaba a reorganizarse, el tiempo continuaba su ritmo, no sabia de ella, no tenía pista alguna de su paradero mas que solo estaba en New York. Dejé de escribirle cartas sin destinatario y me preocupé por mi.

Pero algo no andaba bien, comenzaba a sentirme invadido por acusaciones imaginarias, a pesar del tiempo, comencé a relacionarlo todo con el error que había cometido tiempo atrás, comencé a sentir miedo que otra persona lo sepa y me juzgue como Luna lo hizo, abandonándome, cada vez que pasaba un comercial de bebés en la televisión mis ojos se nublaban , cuando veía un pequeño bebé en la calle sentia tristeza y comenzaba a imaginar a una linda bebe en mis brazos, el solo escuchar la palabra aborto era un golpe duro dentro de mi, un desprecio en el fondo de mi corazón, era como si hubiera pasado recientemente, como si la vida me pusiera nuevamente en esa situación. Era un martirio todo ello, respiraba para calmarme, trataba de evitarlo, y poco a poco controlarme para no volver a retroceder, era un castigo que no merecía volver a pasar.

Días después Las clases de la universidad comenzaron , el calor comenzaba hacerse notar, mis ánimos estaban tranquilos y comencé a caminar solo por la costa verde, observando el inmenso mar desde lo alto y relajándome con la brisa y el viento, empecé a sentarme en las orillas junto a un árbol, y meditar sobre mi y la vida, cuando me sentía inspirado me dirigía a mi café favorito, que quedaba al lado del centro comercial, junto al risco de flores hermosas que varias veces Luna me invitaba a ver. Me sentaba en la primera silla libre, y con la buena música tranquila comenzaba a escribir, era mi fuente de liberación, tenia la misma rutina siempre, todos los viernes a las 5 pm me sentaba con mi laptop y redactaba luego de una meditación, comencé a escribir historias cortas, poesía y algunas frases.

Un viernes cualquiera, el sol se ponía intenso, el ambiente se hacía mas vintage, las chicas con sus vestidos floreados y shores, tenían ese estilo único que Luna me había marcado, me dirigí a mi café recurrente , estaba en Larcomar un multicentro de tiendas y establecimientos, poca gente  y no había cola para realizar un pedido. Mi intensión solo era comprar una simple bebida.

Mientras observaba la lista de productos para poder seleccionar , al lado derecho mío se encontraba una chica muy atractiva, desde mi posición era lo que podía notar, pero había algo que no encajaba, la posición de su mirada y rostro no era la típica situación de estar alegre , si no aquella donde quieres estar solo y pensar, podía apreciar su despistada mirada y su suave melancolía que hacía su nariz roja, quizás por el derrame de sus lágrimas, ¿Qué habrá pasado? es lo que me preguntaba , era una situación muy distinta como para poder acercarme y preguntarle lo que le sucedía, quizás lo que cualquier chico esperaría como reacción es un despliegue de nada o peor aún, un rechazo, -vergüenza total- y simplemente ninguna palabra, al principio pensé en acercarme y sutilmente preguntarle si necesitaba un pañuelo, tenía un paquete de pañitos en mi bolsillo quizás le serviría, pero jamás había hecho algo como esto, era un completo desconocido para tal situación , lo que podía esperar era que ni me mire, que me haga a un lado o que se vaya, he ahí cuando me pregunté , ¿nada pierdo intentándolo?, cuando me entregaron mi bebida caminé de regreso y pase justo por su lado a propósito, más aún pude apreciar esa tristeza en sus ojos, tomé mi bebida trague pedazos de hielo frió y puse sobre su mesa un paño de papel , —toma por si lo necesitas, fue lo que le dije -levantó su mirada y me observó, no dijo nada , tenía los ojos color café, o marrón claro, o pardos, algo así con un toque rojizo, casi color fresa, por las lágrimas tal vez, y sus labios, sus labios que hermosos eran— aquí tienes otro por si necesitas -lo pune a un lado- —sabes, siempre es bueno sonreír y mejor aún siempre habrá alguien que te haga sonreír-,- idiota cállate- me decía en mi mente,  jamás pensé hacer esto a una desconocida y peor a hacia una chica que probablemente esté pensando que soy el chico más impertinente y tonto a la vez, volteé para dirigirme al lugar de atrás y retirarme después del roche de silencio que aparentaba haberlo tenido, al dar mi primer paso, escucho-—gracias. Inmediatamente quise voltear pero esperé unos segundos, — no hay de que, le respondí, me acerqué y le dije sin temor:

—  ¿puedo sentarme?

Mueve la cabeza como diciendo sí., – Perdona por ser impertinente, tampoco quise y ni quiero incomodar, un desconocido como yo solo quería ayudarte.- mueve la cabeza como un diciendo no te preocupes- —  vienes seguido por acá, me pregunta.— a veces suelo venir por aquí, está muy cerca por donde estudio, ¿tú si?

— sí, vivo cerca y acostumbro a venir interdiario es uno de los pocos centros donde puedo estar tranquila.

No quería ser impertinente pero la curiosidad por saber que le pasaba me mataba,

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

— Sí, — ¿Por qué estás triste?, a por cierto, me llamo Carlos ¿y tú eres?,

— me llamo Siena,

— Que peculiar nombre, le respondí, — si lo es, -semi sonríe-,

—  eso que vi, ¿fue una media sonrisa? ya ves que puedes sonreír, ¿estabas triste por alguien en especial? perdona lo metiche ¿no es así? , — si (mira hacia un lado), — no deseo preguntarte más pero hay personas que no se merecen nuestras lágrimas no sé qué te haya pasado pero es lo que bueno todos en algún momento debemos enfrentar.

Luego de ello ya no quise tocar más el tema , y solo quería tratar de establecer una conversación amena,

— vamos, cambia esa cara, te cuento un chiste, muestra una sonrisa como diciendo ¿qué le pasa a este tonto?, le conté un chiste que sabía, rió expresándose en su mente ‘que estúpido’, ya había cambiado parte de su estado de ánimo por lo menos en ese momento, ahora que sigue -me pregunté- ¿He hecho una nueva amistad? No lo sé,

— te invito una galleta, le digo,

— no gracias, yo te invito una a ti, por los pañuelos

— no, no es necesario, total tengo más

— si lo es, una galleta,

— no gracias en serio,

Se paró y realizó su pedido, creo que había entendido, pero…

—  señorita deme 2 galletas,

— ¿dos? – Le pregunté,

— si dos y si me la rechazas puedes irte,

¿Qué rayos? Pongo cara de tonto, una desconocida imponiéndome una galleta

– Está bien cálmate , acepté y mejor aún, continuamos la conversación, hablamos de ella ,de mí,

resumidamente, esta chica tenía algo distinto,- me hacía avergonzar, de ratos me intimidaba- pero su peculiar actitud me daba una perspectiva diferente, segura al hablar, pensativa al responder, su vista era como si viera hacia otro mundo, su cabellera lacia, un castaño claro quizás o un naranja tal vez, su clara piel, sus ojos color indefinido, su forma tan sencilla de vestir y combinar colores ,era todo lo atrayente pero que usualmente no me percataba, era lo imperfecta, lo deseable y desconocido para mi vista ¿y sus sentimientos? ¿Quizás podría ser aquella típica chica vanidosa? , podría serlo pero la humildad, seguridad, y carisma con la cual se comunicaba era muy atrayente, daba esa sensación que no era igual al contexto, pero aún la primera impresión no lo es todo.

— ¿Tú escribes? — sí, bueno no me considero escritor pero sí, escribo a veces, es por ello que vengo acá, es muy tranquilo

— ¿y sobre qué?

—  buen tiempo escribía cosas que me sucedían, pero las dejé ya no lo hago, y ahora estoy enfocado más a desahogarme bueno no tanto , simples historias tontas de amor y algo de lujuria.,

— tienes crema en los labios, -ríe

— come tu galleta, – dice

— a verdad, con tanta plática no le di el primer mordisco.

Fueron varios minutos de conversación, hasta que su móvil sonó, era obvio, la señal de la despedida, y volver a mi escenario como si ella no hubiera estado jamás

—  me tengo que ir

— vaya, lo entiendo, – le respondo con la mirada cabizbaja

— yo vengo interdiario por lo general – ella me responde mirándome

— yo solo vengo los viernes como a las 5

— pero hoy no es viernes, Es miércoles

— aaaa cierto es que fue una salida ocasional

—  plop… bueno me tengo que ir, chau

— cuídate fue un gusto conocerte …

Ella comenzó a retirarse con esa caminata hacia el atardecer, el sol se ponía y su figura quedaba en medio de la sombra del imponente sol, sabía que había sido solo una casualidad, y que probablemente podría repetirse, quería que se repitiera, ¿cuándo? , sabía que sería el viernes como a esta hora en este lugar. Tengo que estar aquí para verla.

Continúa capítulo 10

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  • Lesli

    hola, eh leído todos los capítulos ( si se podría llamar así) , de tu historia, y esta super genial, vas a continuar escribiendo?, por que esta muy interesante, éxitos siempre, saludos!

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