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Pequeña Luna – Parte 5

Luna comenzó a observarme y esperaba paciente a que yo comenzara a contarle cuál era eso que ocultaba aquí dentro con dolor y esperanza. Después de unos minutos más, empecé a relatar:

Todo comenzó en aquel verano, un primero de mes, ella, quien tú sabes (Summer) vino a mi casa, un día antes de su cumpleaños, era muy raro, ya que había pasado tiempo de habernos alejado, pero ese día ella estaba en mi habitación, quizás para no sentirse sola en su cumpleaños que era al día siguiente, no lo sé, y fuera del relleno del por qué estaba ahí, ese día ella y yo tuvimos intimidad, dos niños locos jugando con nuestros cuerpos o quizás lo poco que se podía hacer.

Al día siguiente, era su cumpleaños, yo no quería traerle problemas, así que mi regalo fue pasar el día con ella y que pidiera lo que deseará. Fuera de ello ese sería el último día que nos veríamos, sin embargo, ella tenía algo por hacer, es algo tímida en las farmacias se tenía que comprar aquella pastilla denominada del día siguiente porque no nos habíamos cuidado, como te dije , jugamos a ser irresponsables. Como no nos veríamos más, ese día fue el último que se lo recalqué, quizás tú pienses que “yo tenía que comprarla”, pero la responsabilidad es de ambos, anteriormente yo iba a la farmacia a realizar las compras, ella tenía que aprender.

Los días siguientes yo no sabía nada de ella, ya estábamos tomando un camino diferente, empezando nuestras vidas lejos, casi un mes desde nuestra separación, hasta que un martes por la mañana un mensaje de ella llega a mi celular “aún no me viene” —fue lo que leí —lo primero que hice fue preguntarle si compró dicha pastilla cuando lo habíamos acordado, a lo que ella me respondía que no lo había comprado, entre excusas ; peleados y molestos quedamos en encontramos a la salida de su trabajo, ella era casi puntual con su ciclo menstrual y a veces exageraba un poco así que no le tomaba mucha importancia, anteriormente pasamos cosas similares pero ningún resultado de más.

Nos encontramos, recuerdo que ella vestía con ropa deportiva y no faltaba de nuevo la insistencia de que yo fuera el que vaya y compre, pero esta vez sería un test de embarazo para descartar dudas.

Luna me queda mirando fijamente mientras sigo contándole…

Summer y yo continuamos peleando, discutimos, me tiró agua de su botella, yo estaba con cólera, quería largarme pero quería quitarme la duda y compré el test, recuerdo que nos dijimos palabras grotescas, y le dije “ojalá salga positivo para que aprendas a respetar tu cuerpo y no acostarte con cualquiera”, recuerdo bien ello y la amargura en su rostro, pues era verdad ella no valoraba su cuerpo.

Ese día era demasiado cargado como para sonreír, estábamos explotando ambos pero no nos podíamos separarnos nuevamente e irnos sin saber la respuesta, llegamos a una pollería cerca a su trabajo, no te mentiré, me puse nervioso… mucho, y no pasó más de 3 minutos, para que toda mi vida cambiara en un instante.

-Me detengo y observo a Luna, ella me ve sollozar.

Summer me entregó la prueba, la misma que tú viste en mi habitación…

-Me quedo en silencio, ella me sigue observando.

El resultado era positivo —le digo.

Summer salió llorando, con una expresión de tristeza y desesperación, yo estaba frío, sinceramente no sabía si celebrar que sería papá, o ponerme a llorar junto a ella, si la vieras era como si el mundo se le acabara, yo solo la observaba, trataba de guardar la calma.

-Luna observaba mis lágrimas, yo ya no podía aguantar más, mis palabras se vacilaban, tenía mucho miedo de continuar.

Salimos de la pollería, ella no paraba de decir que “no podía ser posible, que esto era una pesadilla”, solo me quedaba observando haciendo lo posible para que se calmara, sabía que no vería en su rostro una pizca de alegría, estuvimos varios minutos así, ella repetía esas palabras de dolor, las lágrimas la invadían, era una escena demasiado triste, ¿sabes?, por un momento quería sonreír porque sería papá, por otro lado la veía a ella, como si su destrucción estuviera ahí.

Luego de varios minutos, nos dirigimos a confirmar con una prueba de sangre, pero ya era demasiado tarde como para que los laboratorios atiendan, seguía frío, ella se calmó un poco, llegamos a una esquina y nos sentamos a conversar, te juro que hubiera querido no sentarme.

– Juntos vamos a afrontar esto  —le digo.

– ¡No, yo no quiero!

– Cálmate.

– ¡NO, yo no lo quiero tener…!

– Pero

– ¡No, cállate tú, yo no lo quiero tener, es mi cuerpo, no lo voy a querer lo voy a odiar!

– Por favor, cálmate ya…

Cuando escuché esas palabras el mundo se destruyó en ese instante para mí, era completamente injusto, era cruel, era abusiva, la peor sensación de dolor que sentí en mi vida, lloré por dentro, sentí odio, decepción, todo en un solo segundo; Yo era parte de eso, yo también era responsable, también participé de ello, es mío también mi sangre y el hecho que esté ahí no le da la potestad de velar por la vida de alguien que los dos habíamos creado. Yo sé que el tema de, qué si la mamá tiene más derecho en decidir qué hacer con su hijo o que el padre también tiene el mismo peso, es debatible, muchos están de acuerdo y otros no, pero te lo resumiré así, estábamos creando vida y esa vida era nuestra hija, el fruto de nuestra intimidad y nadie tiene derecho a decidir la vida de una persona que desea vivir.

Ella me seguía repitiendo muchas cosas en contra, Summer no lo quería tener, me pidió que buscara métodos para perderlo, con indignación en mis labios te digo que ella la quería abortar.

-¿Y tú…? –—dice Luna.

-¡Yo no!, me negaba, iba en contra mío, en contra de mis principios, en contra de todo lo que amo y anhelo.

-¿Cómo sabías que era niña? —dice Luna.

No lo sabía, simplemente lo sentía y ya… no me hables por favor, también repetía que sería una carga, algo que nos amarre, de verdad te juro, sentía una indignación por sus palabras, un hijo jamás es una carga es una bendición, sea cual fuera la edad, el caso, si te equivocaste debes ser responsable, muchos se quejan en dejar los estudios, cuando en verdad pueden continuarlos, solo que la vergüenza o el “qué dirán” les gana ¡yo no caigo en ese juego¡, yo sé valorar una vida, una persona y sé valorar una felicidad, no todos piensan igual, sé que es lamentable.

La noche se volvió mucho más pesada ella se tranquilizó y nos fuimos a casa, no recuerdo si la acompañé, mis recuerdos son muy vagos ahora…

No tenía emociones dentro de mí, lo único que imaginaba era ¿cómo sería mi futuro?, sabía que con ella no podría contar, pero de cierto modo me ponía en ambos bandos, mi cerebro solo quería descansar, aunque no lo creas al llegar a casa, quise sonreír al saber que sería padre, celebré yo solo, conmigo mismo y a la vez lloré, lloré mucho por todo lo que oí, sabía que si la madre de ella se enterara se armaría un escándalo, tenía que guardar silencio, no quería más problemas, estaba realmente frío sin decisión alguna.

No dormí nada, imaginé que ella tampoco, trataba de convencerla por mensajes que juntos podríamos, que no la dejaría que yo me encargaría de todo, pero era en vano, ella seguía con la idea de no tenerlo, buscaba métodos, consultaba a sus amigas, yo le decía que no la apoyaría en algo así, ella me reclamaba; al día siguiente, durante la tarde llegamos a confirmar con la prueba de sangre, ya no había nada más que hacer, era un hecho.

-Yo quiero tenerlo también es mío —le digo con reproche.

-Es mi cuerpo —ella lo dice con seguridad.

En eso se resumía nuestros diálogos, atribuyéndose la decisión de la vida de una persona, te juro que la detestaba, en ese momento comencé a detestarla más, la odiaba, sentía rencor, ¡quería que todo esto acabara ya! y nunca más verla.

Luego de ello a los días siguientes, ella llamó, quería que la apoye, pero no con un apoyo de cariño, quería dinero para hacer tal atrocidad, me negaba, me sacaba en cara que era mi culpa, que yo era el único culpable y responsable, que por mi culpa ella estaba así y tenía que darle porque ella no tenía. Ahora ¿sabes que existen personas que sea como sea quieren aprovecharse de ti?, ponía la excusa que no tenía, pero solo la ponía en esa situación, ella era capaz de conseguir un préstamo de sus amigos, pero no quería hacerlo quería que yo fuera el auspiciador de algo en lo cual yo no estaba de acuerdo, luchamos entre gritos, decisiones y su puta amiga que también la apoyaba en lo mismo, sentía odio, las detestaba a ambas, pero en especial a ella; en el carro, en la cama, en la calle, en clases, lloraba por dentro y se me escapaba una lágrima, no había nada que hacer, todo esto solo daba como consecuencia problemas, me ponía en su lugar, pero yo no soy un perdedor, yo busco soluciones, esforzarme y afrontar las situaciones, pero ella todo lo veía con cobardía, por una parte también entendía el miedo, pero no podía apoyarla en eso, ya había tomado mi decisión estaba seguro, hasta que ella mencionó en que si no la apoyaba lo haría sola y que si le pasaba algo sería mi responsabilidad, si, sé que me dirás que era algo para atraparme, pero en ese momento ¿sabes lo que pensé?, yo la había cuidado tanto como para permitir que algo malo le pase a ella, lloré por dentro, me tenía entre la espada y la pared, no podía razonar, mi cabeza estaba congelada , solo pensaba ¿y si le pasa algo? ¿si sucede algo malo? Jamás me lo iba a perdonar, yo la quería, pero el odio estaba ahí entre el amor y el miedo, entre lágrimas te digo que estaba demasiado presionado no sabía qué hacer, era mucho dolor, demasiado, hasta que cobardemente de mis labios salieron, esas palabras “bien, estaré contigo aunque no quiera hacerlo”.

-Si me preguntas si me arrepiento de decir esas palabras, te diría mil veces que sí.

Mi mundo estaba destruido por dentro, estaba lleno de tristeza, odio y miedo.

Durante los días siguientes yo siempre estaba pendiente de ella, más de lo normal, las 24 horas, hacia todo lo que fuera por si cambiaba ella de opinión, pero era en vano, ese 29 era el día que sucedería; miedo, miedo y más miedo tenía en mí, tristeza en mis ojos, decepción de mí, asco de mí , todos mis principios en contra de destruir una vida se iban a ir al tacho, todo lo que había cultivado estaba en la basura.

-Recuerdo que ese día Summer me preguntó —le digo.

¿Si hubiera tomado la decisión de dártelo, dónde viviría?

A lo que le respondo:

Sé que no podría hacerlo solo, porque aún estudio pero pasaría todo el tiempo con ella en casa, y solo cuando me toque estudiar la dejaría con mi mamá, y si no es posible, tendría que llevármela, a donde fuera, tengo que hacerme responsable y una vez estable, me mudaría.

Ella solo acentuó, lo suponía. Por un momento pensé que cambiaría de opinión pero no fue así, tampoco soy inhumano, a veces ella lloraba y veía el dolor en su rostro, pero tenía bien grabado en mi mente sus palabras de esa noche, ella no la quería tener, no la iba a amar.

Habíamos jurado que ya no regresaríamos luego que sucediera eso, y que no quería que vuelva jamás, todo se iba a derrumbar y que no iba a permitir a alguien que cometa dicha cosa en mi vida.

Si me preguntas cómo sucedió, no lo sé, yo tuve que esperar afuera, en rezos y oraciones, en miedo por si le pasara algo y arrepentimiento dentro de mí.

Cuando pasé a verla ya todo había acabado, ella en cama recuperándose y yo solo atento, triste y con la cabeza baja, no tenía la suficiente moral como para levantarla después de lo que había sucedido.

No tenía ganas de nada, tan sólo lo último que quedaba era velar por ella hasta que se recupere y dejarla en casa, durante el tiempo que duró, recé mucho por ella, pedí mucho y a la vez me arrepentía, lloré por dentro, me odié a mí mismo y me dejé caer ante la culpa.

No conserve las ecografías, ella se las llevó tenía 1 mes, el único recuerdo que tengo de ella, mi angelita, es la que vi.

A partir de ese día todo cambió para mí, tristeza, dolor, miedo y falta de confianza era lo que me invadía, no podía dormir, sentía culpa, porque yo si quería tenerla en mis brazos, pero ¿sabes algo Luna?, a mi ella no me daba pena, por que ella fue clara en decirme que no lo quería tener y ella solo pasaba las consecuencias de sus actos.

Como te dije, decidimos no vernos más, pero tenía que cuidar de su salud a pesar que ella no se lo mereciera, sentía un desprecio, un rencor y un odio por ella, que sabía que no se quitaría, a pesar del amor que le tuve.

Durante el tiempo que pasaba ella no quería hablar del tema más, a veces solo nos lastimamos cada vez que peleábamos mencionando el tema, pero yo por mi parte buscaba ayuda para poder afrontarlo y aceptarlo, porque sabía que no lo podía dejar pasar, pedía disculpas al cielo, a Dios, por su lado de ella, no lo sé, ella no cree en Dios , ella siempre es de las que da la contra, así que si se sentía mal o bien no lo daba a mostrar, solo cuando peleábamos lo sacaba en cara diciendo que se sentía mal y no lo podía olvidar, ¿pero sabes?, era tan descarada que ni siquiera con lo que pasó ella respetaba, no faltó más de un mes después de lo sucedido para que se revuelque con otra persona, y así subsiguientemente ¿ahora sabes por qué la detesto aún más, por qué este odio y rencor hacia ella? sé que es algo que no se me quitará, y si algún día se me quita sé que no será ahora.

– No se debe sentir odio por una persona debes aprender a perdonar —me dice Luna.

Yo no soy quien para perdonar, a mí nadie me tiene que pedir disculpas, el único que perdona es el de arriba, sus disculpas no resolverán nada, esas palabras no me sirven, lo hecho, hecho está, y ya te dije, el odio solo aparece cuando ella está, y recuerdo eso y todo lo basura que fue después.

A veces pienso que la quieres ver destruida —expresó Luna.

Si, hay momentos donde pienso eso, ya me lo han dicho, no lo niego, pero no soy quién para decir que cosas le debe de pasar a una persona, pero sé que el mundo da vueltas, que el karma existe y en el momento más feliz le llegará, eso es lo que me mantiene tranquilo.

Fuera de ello yo sé que la vida nos cobrará factura a ambos, a veces tengo miedo, pero después de todo el tiempo que ha pasado como te dije, busqué ayuda, lo entendí, lo acepté y lo afronto, ella por su parte siempre le dije, y de verdad espero que algún día le entre el sentimiento de culpa, porque todo da vueltas, todo se paga, muchos dicen que el karma no existe , pero de verdad existe, tal vez no suceda ahora y todo esté muy bien, pero el karma espera el momento que más te duela para aparecer.

Y sabes…

Luna se levantó, caminó hacia mí, me abrazó y me besó, yo solo lloré y le pedí perdón —“yo la quería tener” —le repetí.

-Yo lo sé —me responde.

El ambiente se quedó en silencio y tal como lo acordado, Luna no me hizo ninguna pregunta, entendió mi dolor.

Ahora sabes y conoces, espero entiendas lo que guardo dentro, siempre la recuerdo como una angelita que crece ahí arriba, siempre, y sé que nunca la olvidaré.

A veces siento que ella está en cada parte ¿sabes?, siento como va creciendo , como su sonrisa va formándose, que me observa desde arriba y que de noche baja a pedirme que le lea un cuento, que la arrope y que le dé un besito de buenas noches, además de que le compre mucha ropa, juguetes y vestidos, luego que ella viene corriendo con su lazo rosa, su linda sonrisa y me pregunta cómo estoy, que no esté triste y que solo sonría, que Dios solo me observa y ve cómo paso el día a día. Y a veces aunque no quiera pensarlo me pregunta por mamá, la única respuesta que le tengo es que mamá está feliz pero ocupada, solo eso.

Sé que está en mi corazón como una angelita que jamás olvidaré, la amo, sin tenerla en mis brazos porque sé que hubiera sido más que feliz de poder engreírla y cuidarla. Pero el único recuerdo es imaginar cómo hubiera sido, poder verla al nacer.

Pequeña Luna, eso es todo, estas lágrimas son de tristeza, pero sé que esta tristeza es porque no la tengo aquí, pero sé que está arriba observándome.

Luna solo me abrazó, me tomó de la mano y me formaba una sonrisa con sus manos, presionaba mis cachetes y me pellizcaba para que cambiara de ánimos. Minutos más tarde ya no me habló del tema y solo acentuó en que debíamos salir a comer algo, fuimos por unas alitas picantes, mi piqueo preferido, y al salir le pedí que me acompañara al malecón y que me espere sobre la vereda.

Cogí una flor del parque, pase la valla y me paré al borde de este, arriba, frente al mar, miré al cielo dejé que el viento se apodere sobre mi piel y sólo acentuó, “te quiero pequeña, algún día nos conoceremos allá arriba” y dejé caer la flor en símbolo que no la he olvidado, porque una bendición no se olvida.

La noche se puso feliz y el cielo dejó apreciar la luna llena, sabía que mi pequeña estaba jugando en ella.

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