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Pequeña luna | Parte 6

Pasaron 10 días de aquel momento donde Luna y yo tuvimos esa conversación y confesé mi secreto, sin embargo las cosas no iban bien, era consciente que a pesar de decirle la verdad surgirían los problemas como toda acción tiene su consecuencia, pero, una noche en la que estábamos caminando luego de tomar unos jugos con helado:

– Te conté porque confié en ti, porque no quiero más problemas, ¡Por qué estoy cansado de escuchar este tema! quiero seguir viviendo como lo he estado haciendo contigo, quiero dejar toda esta mierda atrás ya!

Luna me observa, se asusta, baja la mirada , la levanta , me observa y se me tira encima , me abraza y pronuncia.

-Perdóname ¿sí? —con sus ojos sollozando.

Aquella noche nos besamos y nos fuimos a caminar por uno de los parques más verdes de lima, el olivar. Fue la medicina perfecta para no volver a tocar el tema.

Luna me agradaba cada mañana con sus mensajes a la hora de levantarme, ella es un despertador, si dice que se levanta a las 6, se levanta a esa hora, y era una espesa de lo peor, todos los días exactamente a las 5:45 am me enviaba un mensaje de texto deseándome los buenos días, algo hermoso pero a la vez un poco desesperante para mí ( en el buen sentido) me despertaba y me ponía a renegar; hubo algunos días que puse mi celular en silencio, sin embargo ella se dio cuenta y en vez de enviarme mensajes de texto empezó a llamarme, y pobre que no le conteste, ella era mucho más resentida que yo.

“Te quiero”, era la palabra que ahora tenía más sentido en mi vida junto a ella, es mi luz al despertar en los días más caluroso de Lima, ese perpetuo calor que no me dejaba dormir, esa cosita tan especial que me roba una sonrisa; poco a poco luna se estaba convirtiendo en parte especial de mí.

Comenzamos a salir todos los fines de semana a las playas del sur, su madre nos recomendaba algunos clubs donde ella estaba acostumbrada a ir, a veces su tío nos hacía el traslado hasta allá y junto bromeábamos a Luna, la pobre se picaba por que no podía con nosotros dos, era súper genial conocer a su familia, que al principio no me pasaban muy bien.

Los fines de semana eran salidas, paseos , full days y playa, aprovechábamos al máximo nuestras vacaciones para pasar un tiempo juntos y no quejarnos cuando entre a estudiar, y bueno, también porque Luna se iría por 2 semanas, no es mucho pero sabía que la extrañaría.

Por otro lado, a pesar que las cosas iban cada día mejor desde esa noche, había algo que faltaba y Luna ya lo hacía notar con algunas actitudes e indirectas.

Todo empezó aquella vez que viajamos al sur, en una playa de Asia, decidimos hospedarnos en un club porque era muy tarde para regresar, aquella noche dejamos nuestras cosas y fuimos a la parte más oscura para poder apreciar el mar y las estrellas. Quisimos realizar una fogata, pero el viento apagaba mis pequeños palos de fósforo, Luna solo reía pensando que era un tonto, así que nos conformamos en ver aquellas pequeñas luces de otros acampando.

Caminamos varios tramos con un poco de miedo porque todo estaba muy oscuro, hasta que llegamos a un pequeño borde donde no había nada más que el silencio del mar y las pequeñas brisas del viento. Aproveché el silencio para abrazar a Luna.

– Perdóname —le digo.

– ¿Por qué me pides perdón?

– Por ser un tonto y no decirte aún eso que deseas escuchar de mí.

Luna voltea, se aleja un poco y mira hacia otro lado.

– Te quiero, y no sabes cuanto aprecio te estoy agarrando, cuanto sentimiento sincero estoy cultivando dentro de mí, quiero darte este cariño, pero hoy no, quiero que sea especial y que tú ni yo lo olvidemos

La tomo de la cintura, la miro a los ojos.

– Mírame, te quiero pequeña, te quiero demasiado, me has robado muchos momentos felices, me has entendido, has sido sincera y me siento tranquilo confiando en ti, quiero que seas parte de mi vida, que seas mi enamorada, y tal vez esta propuesta sea algo imprevista en este lado oscuro, pero quiero que sea oficial en un momento especial, dame la oportunidad de sorprenderte.

Luna sonríe

– Eres un tonto ¿ por qué serás tan perfeccionista?

– Por que así lo soy, y así me quieres.

Me abraza , me besa, le hago cosquillas ,ella me pega ,ríe.

– ¿No que estabas resentida? —le digo.

– Cállate —con voz engreída.

No había nadie, no había luces, solo el silencio, un escenario perfecto como aquellas películas a la vista de las estrellas,  nuestras manos se juntaron lentamente, se entrelazaron nuestros dedos , mis besos ya no eran en sus labios, su mirada ya no se dirigía a mis ojos, su cuerpo era parte del aire, nuestra toalla era la única base en el suelo que nos separaba de la arena, la luna estaba a mitad observándonos, no hacía frío, el calor de nuestros cuerpos era más intenso, roces , besos, rasguños , cariño y placer.

Nuestro suspiro acompañaba las melodías del mar tranquilo de la noche, mientras el sudor era marcado con la luz de las estrellas. El silencio se convirtió en una melodía de gemidos que gritaban al cielo frente al horizonte.

-Te quiero…

– Te quiero…

Los días continuaron por buen camino, Luna se sentía más convencida que la quería y que no la dejaría, podría confiar en mí y yo en ella, había entendido que mi objetivo era sorprenderla y que en cualquier momento le diría de manera oficial “sé mi enamorada” para así sellar con amor un sentimiento sincero que estábamos construyendo, no era la etiqueta , era la importancia de sentirnos unidos en confianza , únicos y desprender nuestra felicidad que estábamos construyendo a cada paso que dábamos.

Una tarde nos pusimos a revisar vuelos para nuestra siguiente aventura, la cual aprovecharía para sellar este amor con ella, nuestro siguiente destino era Máncora en Piura, departamento de Perú , y si, estábamos emocionados por ir, yo más que todo, sin embargo a veces el ser resentido o resentida te juega una mala pasada, pero esa es otra historia con Luna.

Continúa: Pequeña Luna | Parte 7

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