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Pequeña Luna – Parte 4

La mañana nos despertaba con un hermoso sol, teníamos que asegurar nuestros pasajes al pueblo de Machupicchu y luego comprar las entradas para ingresar a la ciudadela , nos habían comentado que teníamos que ir muy temprano para adquirirlas de lo contrario encontraríamos mucha cola.

Aprovechamos el día para recorrer los alrededores de la ciudad, era muy bonito sentir la energía del centro, de los museos y de toda la arquitectura del pueblo.

– Es hermoso, muy hermoso awww que bello —dice Luna.

– Lo es, me encanta estar acá, es tan sentimental, tan bonito, tan agradable sentir el aire, el viento y más aún acompañado de tus ojitos y esa sonrisa que me alegra.

– Si, me encanta, gracias Carlos, gracias.

– ¿Gracias por qué?

– Por aguantarme , por…

– No hablemos más de ese tema, disfrutemos el momento y de este almuerzo desde el balcón con esta vista tan inspiradora.

Nos dirigimos a comprar las entradas a la ciudadela de Machupicchu, también queríamos visitar el templo de la luna sin embargo estaba copado hasta el 10 de enero, cosa que no lo podíamos creer, nos pusimos tristes; Todo se resumía en lo siguiente: A las 6 de la mañana teníamos que tomar un carro que nos llevé a la estación del tren, después iniciar tu ida en el tren, Posteriormente una vez que llegas al pueblo de Machupicchu tienes que tomar un bus hasta la ciudadela.

Luego de adquirir todos los boletos fuimos al mall y como era temprano aprovechamos en ver una película y por la noche de regreso a la plaza, nos fuimos a una discoteca pero con los amigos que habíamos hecho la noche anterior.

Masoquistas pero con energías nos amanecimos pese a que teníamos que madrugar para ir en auto hasta la estación del tren, llegamos al hotel, nos alistamos y nos encaminamos hacia nuestra aventura, aprovechamos el viaje de 1 y hora 30 minutos para dormir, luego otro tramo en el tren 1 hora más para descansar.

Al llegar a la ciudad de Machupicchu el cielo nos dio la bienvenida con una intensa lluvia, y antes de hacer cualquier otra cosa nos pusimos a buscar hoteles, ya que nos quedaríamos de un día para otro, búsqueda tras búsqueda, o estaban llenos, compartidos o simplemente nos veían la cara y nos querían cobrar 3 veces más; finalmente, empapados, encontramos un hotel que se adecuaba a nuestras necesidades, dejamos nuestras cosas, nos dirigimos a recargar energías almorzando y llevamos lo necesario para tomar el bus hacia la ciudadela.

El paisaje era hermoso, la lluvia paró y el sol nos deslumbraba con hermosas nubes, entramos a la ciudadela, un poco agitados por la altura pero emocionados y comenzamos a recorrer cada rincón de este, entre fotos por aquí , fotos por allá, selfies por ahí, recorrimos centímetro tras centímetro, subimos a una parte donde podías apreciar toda la ciudad, era imponente, mágica, era realmente maravilloso, por foto puede sonar impresionante , pero en vivo es mucho más que eso.

Apreciamos algunos animales, conejos y vicuñas, mucha vegetación y un aire tan puro que era delicioso respirarlo.

Luego de 4 horas y 30 minutos de recorrer cada centímetro de la ciudadela , el tiempo se había terminado y teníamos que retirarnos, ya que de lo contrario no encontraríamos bus de regreso , no llegaríamos al hotel y perderíamos el vuelo del día siguiente.

De regreso, aprovechamos en recorrer lo que el pueblo de Machupicchu nos ofrecía.

Esa noche en el Hotel, Luna se sentó a hablar conmigo

Viaje cumplido, tour cumplido, sueño de conocer Machupicchu cumplido, debes darme las gracias… ríe y me coquetea.

– Jajaja ¿las gracias por qué?

– Por lo genial que soy, sin mi idea no estarías aquí —ella dice.

– Uy sí que genio eres, ya, no te creas que fue mi idea de viajar.

– Si,  pero yo sugerí aquí.

– ¿A toda cosa quieres que te dé la razón verdad?, Ya está bien, por esta vez la tendrás.

– Como siempre la tengo.

– Yaaaa, no te creas.

– Chiiii —me pellizca.

– ¡Auch! ¿por qué haces eso?

– Porque quiero.

Estábamos exhaustos, pero su belleza me llenaba de energía, sus labios estaban impregnados de cariño, sus caricias podían hacer vibrar cualquier cuerpo, su calor era mi sábana, esa noche decidimos dejar huella en el pueblo para recordar que una vez estuvimos aquí.

Al día siguiente, luego de una larga noche, teníamos que partir a la ciudad del Cusco, para poder llegar a nuestro vuelo de regreso a Lima.

Llegando a Cusco, nos despedimos con un último almuerzo en aquel restaurante con salida a un balcón el cual nos emocionó días anteriores.

Agarré su mano y le dije:

– Gracias, pequeña, gracias, todo salió genial —le digo.

– Lo sé, soy genial.

– Ya empiezas…

– Jaja ya sigue sigue…

– No ,ya no.

-¡Qué resentido!

– Lo sé, no pensé divertirme tanto, han sido las pequeñas vacaciones que necesitaba, pero tenemos que repetirlo a otro destino, aún tengo un mes más de vacaciones para hacer lo que quiera.

– Aprovechemos para ir a lugares cercanos , porque se me cruza con mi curso.

-Ya ,tenemos que planear bien.

-Si , hagamos full days o viajes de 2 días.

-Si ,es genial la idea.

-Tenemos que ir a Máncora.

– De hecho siiii, playa , playa y más playa.

Luego de nuestro almuerzo nos dirigimos al aeropuerto, y nos despedíamos de la ciudad del Cusco, fue un viaje inesperado, emocionante, lleno de cariño, aventura y diversión.

Subimos a nuestro vuelo y nos encaminamos de regreso a Lima.

Llegando al aeropuerto, Luna tenía que ir a la casa de su tía , así que la embarqué en el taxi que había pedido y yo me encaminé a casa.

El tráfico de Lima era un infierno, hora punta , así que demoré 3 horas en llegar a casa. Empecé a descargar las fotos del viaje, y a contar un poco a mis padres sobre cómo me había ido, ellos no sabían que viajé con luna , solo la habían conocido un par de veces cuando venía a ver películas o que le ayudé en algún trabajo.

Días después , con la mente limpia, relajado y renovado , Luna me llama y me pregunta si podemos salir a lo que acentué que no podía porque tenía que terminar un trabajo, así que le propuse que viniera si gustaba y veíamos una película y si terminaba a tiempo salíamos a ver que había de nuevo. Ella se animó y vino a visitarme, cosa que fue un error.

– ¿Carlos y esto para qué sirve?

– Deja eso, es para realizar pinturas.

– Aaaahhh ¿y qué hay acá?

– Deja ahí, te vas a manchar está floja la tapa.

– Aaaaahhh y puedo ver que hay aquí.

– Noooooo, quédate tranquila y mira la película.

– Pero tú haces tu trabajo.

– Sí, pero estás que revisas todo.

– ¿Acaso no puedo?

– No, no puedes.

– Siéntate o te amarro… Lunaaaaaaaaa, deja de abrir los cajones.

– ¿Qué escondes?

– No escondo nada , pero son mis cosas privadas.

– ¿Y qué privado puedes tener tú?

– Nada ,nada, solo deja, si se pierde algo, me enojo contigo.

– Y esta bolsita…

– ¡Deja esoooo no lo aaaaaaabras!

– Ups se cayó…

– Grrr … ¿sabes cuánto tiempo me costó encontrar esos mini tornillos?

– Ay…!!!, lo siento, bueno veré la película.

Ganas de amarrarla, echarle gasolina y prenderle fuego no me faltaban…

Luego que calmara su curiosidad, se echó tranquilamente como niña buena a ver la película, hasta que finalmente terminé mis quehaceres.

Mamá me llamó a la cocina para que trajera conserva de durazno y comer algo con Luna, pero la curiosidad era superior así que tuve que amarrar las puertas de mi ropero con un pasador, pero eso no era suficiente para lo que pasaría después

Al recoger lo que mamá había preparado luna había cortado mis pasadores con una tijera que estaba en mi mesa de trabajo.

– ¡Qué has hecho!

– Ay…!!! no llores, es que ¿por qué  amarras si no tienes nada malo?

– Son mis cosas , mis cosas y tú no tienes por qué revisar, y ya, ¿sabes qué?, tanto que insistes mira, mira, ¿ves algo?, papeles cables, tarjetas…

– ¿Qué es eso?

Luna se había percatado de algo, que yo no había recordado que tenía guardado en el cajón que abrí.

– Ahh… eso no es nada.

Apresure a cerrar el cajón y distraerla, pero Luna puso su mano, -ciérrala y me fracturas el dedo- dice.

– ¡Retira tu mano!

– Dime ¿qué es eso?

– No es nada , solo déjalo.

– Carlos ,dime ¿qué es?, porque yo sé qué es.

– No es nada , olvídalo es un pincel.

– ¿Un pincel blanco?

– Un termómetro

– No me mientas Carlos —con voz seria.

Mi actitud cambió, mis emociones cambiaron y la miré a los ojos y con voz entre cortada…

– Por favor Luna , no hagas preguntas.

– Es solo un objeto de mi hermana.

– Carlos no me mientas, no seas tonto, ¿por qué tendrías algo así y de tu hermana aquí en tu cajón y mírate como te has puesto?

– Luna por favor, te pido por favor, no hagas preguntas déjalo ahí.

– Me estás mintiendo, estás siendo cobarde.

– Luna yo…

– ¿Por qué te pones así, qué pasa?

– Solo deja eso.

– No lo haré , hasta que me digas.

Bastó un segundo de silencio mío para que luna meta su segunda mano y saque lo que tenía guardado dentro de mi cajón.

– Son 2 marcas no estoy ciega…¡eres de lo peor…!

Luna agarró sus cosas y se encaminó hacia su casa, apagó su teléfono y yo no pude hacer nada, me quedé sentado sobre mi cama, el televisor seguía reproduciendo la película, mi cuarto se transformó en un ambiente frío en pleno calor, las brisas del viento se detuvieron, las lágrimas de miedo, rencor y odio aparecieron nuevamente.

Pasaron exactamente 47 minutos, tiempo suficiente para saber que Luna ya había llegado a su casa, seguía su celular apagado, tenía razones para pensar lo peor de mí si no recibía una explicación, me lavé la cara y me dirigí a su casa.

Toqué el intercomunicador y nadie respondía,  toqué una y otra vez, pude ver una sombra en las cortinas, sabía que era ella, y me quedé esperándola, tocaba tantas veces para que se desesperara y pueda contestarme…

-¿Qué quieres?, vete no quiero hablarte, eres un cobarde mentiroso.

-Luna espera, he venido para explicarte.

– ¿Explicarme qué? Si ya puedo suponer todo.

-No supongas nada sin saber, tú no sabes nada por favor ábreme y déjame conversar contigo.

Luna abrió la puerta y me dejó pasar…

-Eres un idiota.

Yo no le respondía.

-Eres un mentiroso.

Seguía sin responderle.

– ¿Por qué no me dices nada?

-Porque sigues diciendo incoherencias y no vine para eso, estas lágrimas no son porque te fuiste, son por lo que guardo dentro.

– Carlos… Carlos espera, quiero que me digas con tus propias palabras que era eso…

– Si vine hasta acá es porque creí que mereces una explicación.

– Ya está bien, no te pediré perdón , quiero saber, me siento una estúpida, una tonta…

– No he pedido que te disculpes, no , solo escúchame.. —Me queda mirando —Pero necesito que me prometas que no me harás ninguna pregunta más, que no me interrumpirás, que no me dirás absolutamente nada sobre lo que te diga, simplemente si me entiendes me abrazarás con todas tus fuerzas y nunca más me dirás algo relacionado con lo que te cuente, y si no me comprendes quiero que me dejes ir sin decir nada…

– Carlos…

– Solo promételo…

-Promételo o no sabrás nada.

– Está bien, lo prometo

– Hay algo que no sabes, mi secreto, el que simplemente marcó mi vida para siempre , el 1 y 29 son fechas que jamás olvidaré…

Las lágrimas eran el público que esperaban mi historia.

Continúa: Pequeña Luna parte 5

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